EL JUEGO DE LOS ESPEJOS DE SORTU- BILDU y II
Parece ser que es este un juego que ha calado hondo en SB. Esta vez han querido sacarles brillo a las superficies de cristal. Ataques contra batzokis, sedes del PSE y viviendas particulares, generan en el panorama político vasco un punto caliente que recuerda tiempos no tan lejanos.
Los autores son calificados como disidentes, nostálgicos del pasado, críticos con el “aggiornamento” de SB, solidarios con los presos olvidados….Pero lo cierto es que personas y/o colectivos nada numerosos consiguen captar la atención política y mediática. Aquí comienza la primera imagen, dicha atención lo es para los sujetos de las acciones violentas, pero al mismo tiempo lo es (“¿sin querer queriendo?”) para SB. Este consigue una extraordinaria centralidad en los medios de comunicación y también en la política. Se le conmina a que condene radicalmente y sin ambages la violencia. Y el Complejo responde en una primera fase con mensajes de victimización (“se nos acosa”, “no se nos deja ser una formación política como a los demás.”, “no tenemos nada que ver con ellos”.. ) .
Inmediatamente se pasa a la segunda imagen, estas acciones, según algunos analistas y medios de comunicación, perjudican a una formación con ambición de establecer un gobierno en Euzkadi. Le alejan del PSE, le enfrentan al PNV, … pero en realidad SB está encantada, pues parece que, si no fuera por estos brotes violentos de dudosa procedencia, sí están, por fin, considerados como posible alternativa de gobierno. El conflicto les posiciona en un buen lugar para poder trasladar la apariencia de madurez necesaria para la toma del poder. Incluso les ayuda (tercera imagen) a disipar la maldición del relato (herederos de la extinta “organización”) que les persigue como un fantasma, al actualizar la cuestión a “meras” actuaciones de violencia callejera.
El líder del Complejo, Arnaldo Otegi, en un intento de “ordenar” la situación, ha dejado bien claro (a modo de lingüista y moralista al mismo tiempo) que ellos Rechazan, pero no Condenan los sucesos violentos acaecidos. Buscando deliberadamente el cauce central, considera que “condenar” sería entendido como una claudicación (que es, a su entender, lo que están pidiendo) por el establishment político y un acto de traición por los “disidentes”. Además, añade que condenar tiene una connotación de culpabilidad más propio del ámbito religioso. “Rechazar” es el término correcto. Y debería de ser suficiente, según él, para quienes le exigen la condena. Estamos ante la cuarta imagen, el mensaje fuerte, no es para estos últimos sino para quienes ahora mismo, están en la práctica de la violencia.
Señal inequívoca de que en el seno del Complejo y sus aledaños hay un intenso debate (con acciones) sobre la conveniencia de usar nuevas formas de violencia o no ante las nuevas condiciones generadas por la pandemia. No se quiere perder la posibilidad de liderar protestas e indignaciones populares, si estas aceleran la finalidad última de la toma del poder. Se considera pertinente recordar el pasado emergente, la fase embrionaria del “movimiento” como un deseo de acceder a las células madre que permitan un nuevo nacimiento, una radical regeneración (por eso los actuales violentos se denominan ATA, primer intento de denominación de lo que luego fue la “organización”). Hay que minimizar el riesgo de la apuesta por la institucionalización diversificando en diferentes formas de lucha. Por eso la forma de la palabra “rechazo” va dirigida a los partidos del sistema y a la sociedad, y el contenido (absolutamente táctico) del término “rechazo” va orientado a los “aledaños” del complejo.
Una vez más la visión caleidoscópica va a permitir retratar al verdadero sujeto: el complejo SB acapara la atención mediática y política,” rechazando la violencia”, ejecutada por unos difusos “aledaños”, participando activamente en el debate interno y queriendo posicionarse como alternativa democráticamente madura ante el electorado.
En esta ocasión los espejos estaban limpios, pero para distanciarse del pasado inmediato, han corrido tanto por el pasillo de los cristales que han empañado las lunas con mucho vaho, demasiado vaho.
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